Reseña: ‘Lincoln’ (2012)

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES QUE FORJARON LA LEYENDA

En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone la instauración de una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto presenta un gran dilema: si la paz llega antes de que se acepte la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, cientos de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para conseguir los votos necesarios, Lincoln se enfrenta a la mayor crisis de conciencia de su vida.

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Ficha Técnica

Título: Lincoln

Título Original: Lincoln

Director: Steven Spielberg

Guion: Tony Kushner (Libro: Doris Kearns Goodwin)

Musica: John Williams

Fotografia: Janusz Kaminski

Productora: 20th Century Fox / DreamWorks SKG / Amblin Entertainment / Imagine Entertainment / The Kennedy/Marshall Company / Participant Media / Reliance Entertainment / Office Seekers Productions / Parkes/MacDonald Productions

Año/País: 2012 / Estados Unidos

Duración: 149 min.

Género: Drama | Histórico. Biográfico. Política. Siglo XIX. Guerra de Secesión. Esclavitud

Reparto: Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones, David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, Lee Pace, Gulliver McGrath, Hal Holbrook, Michael Stuhlbarg, Jared Harris, David Costabile, Jackie Earle Haley, Joseph Cross, John Hawkes, Tim Blake Nelson, Peter McRobbie, Jeremy Strong, Gloria Reuben, Walton Goggins, Bruce McGill, David Oyelowo, Lukas Haas

Web oficial: http://www.thelincolnmovie.com/

Enlace IMDB: http://www.imdb.es/title/tt0443272/

Puntuación IMDB: 8/10 33,274 Votos

Enlace Sensacine.com: http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-61505/

Puntuacion Sensacine.com: 4/5

Sinopsis

En 1865, mientras la Guerra Civil Americana se acerca a su fin, el presidente Abraham Lincoln propone la instauración de una enmienda que prohíba la esclavitud en los Estados Unidos. Sin embargo esto presenta un gran dilema: si la paz llega antes de que se acepte la enmienda, el Sur tendrá poder para rechazarla y mantener la esclavitud; si la paz llega después, cientos de personas seguirán muriendo en el frente. En una carrera contrarreloj para conseguir los votos necesarios, Lincoln se enfrenta a la mayor crisis de conciencia de su vida.

Crítica

El cine de Steven Spielberg ha despertado pasiones desde sus inicios. Hay quienes lo catalogan como genio e impulsor de un cambio radical en la manera de hacer cine desde los años setenta. Por contra, otros se empeñan en etiquetarlo como un director de películas infantiles, para las grandes masas, para un gran público poco exigente. Sin dudarlo, me posiciono con el primer grupo. Spielberg, para bien y para mal, es un director único, que ha sido criado por el cine y la televisión (como él mismo ha declarado en múltiples ocasiones, sin ningún amor especial por otro tipo de arte como pueda ser la literatura), por lo que sus referencias se engloban dentro de ese campo. Su sensibilidad a la hora de contar historias ha sido usada como reproche por sus detractores tanto como elogio por sus fans. Películas como War Horse (2011), A.I. Artificial Intelligence (2001), Amistad (1997) o Schindler,s List (1993) poseen todos los ingredientes naturales (y artificiales) de su cine y han despertado aplausos y pitos practicamente por los mismos argumentos. Y en esas llega Lincoln, esperadísimo trabajo del director de Always (1989) desde hace más de diez años. Lincoln es el equivalente a Gangs of New York (2002) de su amigo Scorsese. Es la película que ha esperado hacer toda su vida. Y eso se nota en pantalla. El bueno de Steven aborda cada tema, cada escena, cada secuencia con un respeto y cuidado al detalle admirable, sabedor de que la historia de Lincoln es conocida y que, sobre todo, se trata del personaje histórico preferido de millones de americanos. Ese respeto es palpable en todos y cada uno de los aspectos del film:vestuario, diseño de producción, maquillaje, dirección artística, fotografía, banda sonora, montaje, etc. Todo parece absolutamente perfecto y encaja como un guante en la sosegada y reflexiva dirección. Pero esta admiración de Spielberg y su equipo por el mito americano que liberó a los esclavos es un arma de doble filo. Probablemente tenga más responsabilidad Tony Kushner como autor del libreto que el propio director, pero el tratamiento a Lincoln es demasiado reverencial. Es cierto que es una leyenda, un personaje único en la historia americana e universal. También es cierto que la película muestra que profesaba una democracia algo ambigua, puesto que él mismo se consideraba juez y jurado en muchas ocasiones, rayando el totalitarismo en muchas de sus decisiones. Pero son los pequeños detalles los que nos hacen quedarnos con un Lincoln a lo House (o Grissom, da igual, por citar un referente moderno), el cual siempre tiene la respuesta oportuna o el gesto adecuado para cada situación. Y ese es uno de los grandes problemas de la película. No hace falta ser un erudito en historia americana para saber sus logros, habilidades, así como su triste final. Sin embargo, esa construcción de personaje poderoso, casi divino, resta cierta tensión dramática a la historia. Sabemos que finalmente liberará a los esclavos, la capacidad de sorpresa es relativa, sin embargo es en este tipo de films cuando más trabas argumentales u obstáculos hay que presentar para allanar el terreno de la credibilidad e instalar cierto grado de satisfacción en los espectadores. Titanic (James Cameron, 1997) o The Passion Of The Christ (Mel Gibson, 2004) partían con la difícil tarea de contar una historia ya conocida mundialmente pero, cada una a su manera, lograron una narración diferente a la esperada que hacía la historia apasionante (en el film de Cameron básicamente por sus logros técnicos, pero bueno) y transformaron un final popular en un gran acontecimiento. En el caso contrario encontramos al Invictus (2009) del maestro Eastwood, que caía en una comodidad narrativa que lastraba el interés de la historia no ya por pública y notoria, sino por no presentar apenas impedimentos para que los protagonistas llevasen a cabo sus objetivos. Lincoln, aunque bastante superior a Invictus, peca de lo mismo, lo que da lugar a un inesperado interés por las historias complementarias protagonizadas por los secundarios, los verdaderos estimuladores del film.

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Es posible qué, en una película sobre un personaje como Lincoln e interpretado por uno de los mejores actores de todos los tiempos como Daniel Day-Lewis, los secundarios roben algo más que unas cuantas escenas? Pues, aunque parezca mentira, así es. Ojo, Day-Lewis compone de nuevo un rol espectacular, con un dominio de la voz (no me cansaré de lanzar pestes contra el doblaje, especialmente en casos como este, id a por la versión original) que causa repelús, escalofríos, ganándose nuestra admiración de por vida y merecedor de todos los premios que le caigan. Pero, como dije antes, el problema es la constante sumisión de Kushner ante su imponente figura, lo que le resta atractivo no ya como símbolo histórico o como magistral interpretación de Day-Lewis, sino como personaje de ficción. Es ahí cuando aparecen James Spader, Tommy Lee Jones (enorme, bestial, esplendoroso), Michael Stuhlbarg, Hal Holbrook, John Hawkes y cía con sus pequeñas e interesantes tramas para dar viveza, agilidad e incluso humor al relato. Con actores de tal calibre es ciertamente sencillo conseguir este efecto pero en el hacer de Spielberg queda el dosificarlos de manera correcta para que cada aparición aporte frescura, desatasque cualquier atisbo de ranciedad y descanse la historia principal. Ahí es cuando este drama histórico muta por instantes a película de mafiosos, comedia descarada e incluso, brevemente, a cine de aventuras clásico. Es esta una cinta de reparto, donde cada intérprete degusta su papel hasta el final y en la que nadie sobra, conformando uno de los mejores planteles de actores de la historia reciente del cine. Sin embargo, hay otros matices interesantes a la hora de abordar a Abraham Lincoln por parte de Spielberg y Kushner. Llama la atención la fidelidad a la hora de componer un presidente tranquilo, consciente de su capacidad y con un exceso de comunicación mediante cuentos, batallitas, refranes o experiencias, lo que le confiere un aura de sabiduría sempiterna. Ambos nos muestran un presidente heroico con un pasado sangriento y traumático (la compenetración de Day-Lewis y la estupenda Sally Field es tan real que asusta) con una idea fija en la cabeza:la abolición de la esclavitud cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Es aquí cuando se nos permite ver al Lincoln más humano y accesible, en su vertiente más ambigua y menos ejemplar. Su objetivo es tan puro que ignora la valoración de sus medios, con una contundencia bíblica, sin tener en cuenta las leyes que tengan que ser derribadas para instalar la suya. Puede en este caso el fin justificar sus cuestionables medios? Cada uno allá con su escala de valores pero, en mi opinión, totalmente si. Spielberg y Kushner opinan lo mismo al no suavizar en demasía esa parte más oscura del presidente americano. De hecho, la palabra dictador suena un par de veces en la película, lo que nos hace preguntarnos, debe un hombre, aunque esté más capacitado que ningún otro, administrar la justicia unilateralmente? Puede el poder continuado cambiar la personalidad de una persona? Según los libros de historia y la propia película, eso no ocurrió con Lincoln pero el film trata otros temas que el propio Spielberg abordó en otras tantas películas como la antes citada Amistad (1997) o The Color Purple (1985).

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Porque si hay un tema al que Spielberg haya prestado especial atención ese es el racismo. Como también lo es el significado de las guerras y las muertes acontecidas en ellas. En un momento determinado de la película, el hijo menor de Lincoln lanza una inocente pregunta a su hermano, interpretado por el ascendente Joseph Gordon-Levitt:»Por qué vale más un esclavo que otro?». Esa podría haber sido la frase promocional del film, sin ningún tipo de duda. Y es que, aparte de narrarnos la apasionante vida de un hombre admirable, Lincoln debate sobre temas universales como el valor de la vida humana, la importancia de la familia y el grupo como base para el éxito individual. Sabemos quien se lleva la gloria pero, habría tal gloria si no fuese por los decisivos personajes de Spader, Hawkes o Strathairn? Ahí radica una de las reflexiones de la película, la importancia del propio Lincoln como símbolo, como figura imbatible alimentada por sus ayudantes en la sombra, esos de los que es mejor no saber para que la leyenda crezca y crezca hasta que su solo nombre espante a sus enemigos o gane batallas incluso después de la muerte, como el Cid. Por qué vale más Lincoln que el personaje de Spader, por ejemplo? Por qué vale más un esclavo que otro? Por qué vale más una vida que otra? La respuesta no está en lo físico ni en lo tangible sino en la utilidad y significado de esa vida para una u otra causa. Todos somos iguales pero nuestras características nos hacen más o menos importantes según nuestro entorno y situación temporal. En Lincoln, una mujer esclava fértil vale más que un viejo por el simple hecho de que puede parir. Sin embargo, esa misma mujer y ese mismo viejo correrían suertes dispares en un campo de prisioneros nazi, donde las mujeres no tenían uso alguno, al contrario de ciertos hombres. Estamos condicionados por nuestro entorno y eso es lo que da o quita valor a una vida por encima de otra. Y eso queda sutilmente expuesto por el guión de Kushner. Como también ayuda el impresionante trabajo de Williams y Kaminski en la banda sonora y fotografía, respectivamente. Colaboradores de Spielberg desde sus inicios, el firmante de la música de ET (1982) se supera a si mismo (suena a tópico, y de hecho lo es, pero es cierto) con una melodía emocionante, melancólica por momentos (ecos del Carter Burwell de True Grit) y presente en todo momento como un personaje más. Al igual que la fotografía insinuante de Kaminski, que consigue que percibamos a Lincoln como un espectro en su propia casa, dotándole de un misticismo conseguido a base de claroscuros y pequeños brillos de luz en los lugares indicados. Qué decir de la dirección de Spielberg que no se haya dicho ya? En esta ocasión nos muestra su lado más sosegado y controlado, sin grandes movimientos de cámara (aunque hay dos o tres que quitan el hipo), consciente de que el cálido ritmo interno del film debe ser el que marque la pauta y no grandes encuadres o florituras. Eso si, para la historia queda la sensacional secuencia de la votación, donde intensidad, tensión narrativa, agilidad en el montaje y astucia en la dirección se dan la mano para proporcionarnos uno de los momentos cinematográficos del año. En resumen, film reconocible en la filmografía del maestro de Cincinnati que nos ofrece una de las mejores interpretaciones de los últimos años (Day Lewis) y un reparto de formidables actores para un film sobrio, seguro de si mismo y efectivo. Por cierto, y esto es una reflexión personal, siempre me ha llamado la atención el hecho de que dos de las grandes figuras de la sociedad americana murieran en un teatro y un cine: Abraham Lincoln y John Dillinger.

 

Nota: 7,5/10

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