LOS PARALELISMOS EMOCIONALES DE NEIL CROSS
El asesino ataca de nuevo, distrayendo a Luther de su cita con Mary. Ripley se debate entre informar o no de los metodos poco ortodoxos de Luther.
Serie: Luther
Temporada: 3
Capitulo Nº: 2
Fecha de Emisión: 09/07/2013
Ficha en Dehparadox.es: Luther en Dehparadox
Ficha en Sensacine: Luther en SENSACINE
El sensacional episodio que abrió la tercera temporada de uno de las series policíacas mejor construidas e interpretadas del panorama actual, dejó el listón muy ato para futuras entregas. Es por eso que después de ver el segundo capítulo de la nueva temporada, tenemos la sensación de que le falta algo, quizás esa fuerza desmedida a toda pastilla y sin freno del inicio o a un Luther más controlado por su instinto animal. Aparte de la comparación directa con su antecesor, el nuevo episodio es un intento de Neil Cross por ir algo más allá de la simple fuerza brutal o de los demonios exteriorizados de un hombre con un dudoso código moral. En esta ocasión opta por escudriñar de forma algo más pausada y reflexiva la psique de prácticamente cada uno de sus personajes. Tarea harto laboriosa y poco agradecida para el público ávido de grandes escenas de acción. He de decir que Cross sale victorioso de tal faena pero sin evitar recurrir a esa exageración y desmesura dramática que se han hecho tan características en la serie. Esta afirmación podría ser una crítica al principio de la serie, pero una vez hechos a ella y a los recursos utilizados por el equipo de la serie, ya no lucen tan extraños o caprichosos. Ahora se adivina un auténtico libro de estilo, para bien y para mal. Y evidentemente, a estas alturas eso ya no va a cambiar (y seguramente, ni falta que le hace). En un género tan apasionante como el thriller, lo más importante antes incluso que la acción, son los propios personajes. Sin ellos, la acción o los disparos no son más que fuegos de artificio destinados a agradar de forma momentánea al espectador, pero sin un ápice de profundidad emocional o poso dramático. Es por eso que Cross ha optado por trazar continuos paralelismos entre una gran variedad de sus personajes para que la sencilla confrontación entre ellos conforme la narración de este episodio, careciendo por tanto de ella en favor de esta técnica de escritura. Luther y Justin, Mr. Barnaby y Paul Ellis, Paul Ellis y William Cartney. Incluso George Stark y Paul Ellis. Vamos por partes. Un nuevo Luther está saliendo a la luz debido a su reciente relación con Mary. Este noviazgo, nada viciado y sin rémoras iniciales, proporciona a John la oportunidad de empezar de nuevo a través de los ojos de otra persona allegada, a través de alguien que no conoce su época oscura, sus acciones agresivas ni realmente su traumático pasado. Es por tanto a través de ella que Luther puede conseguir su propia redención, algo que jamás obtendría con alguien relacionado de forma directa o indirecta con sus vivencias pasadas. El recuerdo, para bien o para mal, tira mucho, pero sobre todo para mal y unos pocos segundos erróneos pueden perseguirte durante toda la vida. Por lo tanto, ocasión de oro para ser simplemente John Lutter, sin añadir detrás «demonio de las calles». Por contra tenemos a Justin, hasta hace poco fiel compañero del policía brillantemente interpretado por el gran Idris Elba, metido hasta el fondo en una encrucijada moral de la que es difícil salir sin herir a alguna de las partes participantes. Justin solo puede salvar su cuello colaborando con personas funestas de su pasado como la detestable Erin Gray (lo siento, no la soporto), haciendo daño a colaboradores y amigos de su pasado. La única manera posible de limpiar su nombre y empezar quizás no de cero, pero si al menos no partir de menos uno, es ser una rata. Pero ambos, tanto Luther como Justin, experimentan este posible cambio en sus vidas a través de la intervención directa de terceros, por lo que no solo es que no tengan el control de sus vidas en sus manos, sino que lo tienen directamente en la visión de los ojos de su pareja sentimental/enemiga.
Mr. Barnaby es la viva imagen del sacrificio perdido, del todo por el nada, de la frustración del débil ante situaciones para las que no ha sido debidamente preparado. La inocencia (aunque también puede ser estupidez) del que no es asesino por elección sino por obligación es lo que marca la diferencia entre el pardillo y el criminal. Si en el anterior episodio contemplamos con estupor la radical decisión de Mr. Barnaby para librarse de los detectives que lo acosaban, en este presenciamos como ese acto salvador se convierte en la pura inutilidad por intervención del destino en forma de Justin. Es por eso que no es complejo encontrar la relación entre Mr. Barnaby y la actitud homicida y perversa de Paul Ellis. La preparación ritual de los asesinatos de Paul nada tiene que ver con la improvisación nada estudiada del primero. Sin embargo, los destinos de ambos son similares aunque sus motivaciones y, sobre todo, sus procedimientos son muy distintos. Y así llegamos al tercer paralelismo entre protagonistas, con el propio Paul Ellis y Willian Cartney. No es raro en el cine o en la televisión presenciar admiraciones mutuas entre asesinos y psicópatas. Admiraciones que encierran envidia, celos, rabia y una necesidad enfermiza de aprobación de sus actos por sus semejantes. Es por ello que Paul Ellis compite contra su propio maestro, Cartney. Su historia cierra un círculo que se inició más de dos décadas atrás en el tiempo, pero es buen sabido que las ansias de superación homicida no tienen fecha de caducidad. Espejo, juez y verdugo. Eso es Cartney para Paul. Y Cross, con cierta aparatosidad y previsibilidad pero también con un inquietante juego mental entre ambos, nos brinda otra buena historia de psicópatas. Por último, es imposible no pensar en las verdaderas causas de la actitud vengativa de George Stark hacia Luther. No solo el rencor personal es determinante, sino que descubrimos que le guarda una admiración obsesiva y casi que fantasea con la idea de conseguir su beneplácito profesional pillándole en su propio terreno. Es decir, los celos, la envidia, la necesidad de ser alguien a los ojos de otras personas, la conquista fundamental del sentimiento ajeno y el sentirse realizado mediante la aquiescencia de sus semejantes, sean estos cercanos o no. Estos son los principios morales, básicamente, que mueven a los personajes de la serie.
Decíamos al principio que se nota un cierto bajón entre el anterior episodio y este, por los motivos anteriormente señalados, a los que podemos añadir un estudio algo más pormenorizado del asesino con predilecciones fetichistas. Es un episodio de investigación, de conocimiento del rival y de meterse en la cabeza del antihéroe de turno. Ocurre que los asesinos fetichistas han sido tratados más y mejor en otras películas o series como The Silence of the Lambs (Jonathan Demme, 1991), The Boston Strangler (Richard Fleischer, 1968) o M (Fritz Lang, 1931). O incluso Dexter, por poner un ejemplo en la propia televisión. De hecho, poco novedad aporta este nuevo asesino en serie salvo regalarnos un par de escenas de terror para enmarcar o probar de nuevo el sistema nervioso de John Luther. También los traumas maternales de la infancia como justificación emocional ante numerosos asesinatos es un recurso ya muy utilizado, sin ir más lejos en la reciente Maniac (Franck Khalfoun, 2012). Es por ello que rige la necesidad de considerar a este 3×02 como un capítulo para hacer progresar la trama general de la serie, para avanzar en el estudio de personalidad de lo que parece puede ser un nuevo Luther, de conocer su respuesta ante una nueva mente criminal que lo pondrá al límite de sus miedos, sus inseguridades y su personalidad, para lo que suponemos serán dos episodios finales de órdago. Dónde, si Neil Cross quiere de una vez, volverá a aparecer un elemento indispensable de la serie:Alice Morgan. Me niego a creer que la nombran un par de veces para nada. Debe significar un aperitivo para un nuevo caso junto a Luther. Hablando de personajes interesantes, no estaría mal que se le dedicara algo más de espacio a Benny, un personaje muy poco explotado a pesar de lo mucho que aportan sus investigaciones. Me gustaría destacar también una frase que podría pasar desapercibida pero que, creo, capta muy bien el espíritu de estos personajes. La pronuncia George Stark:»Tendemos a subrayar las conversaciones que comparten nuestro punto de vista». Y yo me pregunto, ¿Acaso no están todos los personajes en una búsqueda desesperada por encontrar algo qué les haga menos culpables? ¿Menos equivocados? ¿Más seguros de lo qué hacen? ¿Evitar a toda costa los posibles remordimientos? Es un comportamiento muy humano, a pesar de que lo protagonicen personajes sumidos en la oscuridad y los bajos fondos. Después de estos dos episodios, una trama se cierra, otra sigue in crescendo y se adivina otra de igual o mayor tamaño. Y, sobre todo, quedan varios enigmas sobre la mesa, ¿Volverá a ser la de antes la relación entre Luther y Justin? ¿Conseguirán Erin y Stark acabar finalmente con Luther? ¿Podrá Mary cambiar al Luther qué conocemos? ¿Se decidirá finalmente Neil Cross a darle el merecido y esencial espacio dramático qué Alice Morgan necesita? ¿Tendrá Erin la cruel muerte qué está pidiendo a gritos?