Reseña: ‘Capitán Phillips’ (2013)

En el año 2009, en aguas internacionales cercanas a Somalia, el buque carguero “Maersk Alabama”, al mando del capitán de la marina mercante estadounidense, Richard Phillips (Tom Hanks), fue retenido en 2009 por piratas somalíes, siendo el primer barco norteamericano secuestrado en doscientos años.

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Ficha Técnica

Título: Capitán Phillips

Título Original:Captain Phillips

Director: Paul Greengrass

Guion: Billy Ray (Libro: Richard Phillips, Stephan Talty)

Musica: Henry Jackman

Fotografia: Barry Ackroyd

Productora: Michael De Luca Productions / Scott Rudin Productions / Trigger Street Productions

Año/País: 2013 / Estados Unidos

Duración: 135 min.

Género: Aventuras. Thriller. Drama | Basado en hechos reales. Secuestros / Desapariciones. Piratas

Reparto: Tom Hanks, Mahat M. Ali, Barkhad Abdi, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Michael Chernus, Catherine Keener, David Warshofsky, Corey Johnson, Chris Mulkey, Yul Vazquez, Max Martini, Omar Berdouni, Mohamed Ali

Web oficial: http://www.captainphillipsmovie.com/site/

Enlace IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1535109/

Puntuación IMDB: 7,2/10

Enlace Sensacine.com: http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-191696/

Puntuacion Sensacine.com: 3/5

Crítica

Antes de cualquier análisis fílmico, creo necesario conocer mejor la historia original en la que se basa la nueva película de Paul Greengrass. Los periódicos de aquellos días (hace cuatro años), hablaban así de la particular odisea del capitán Richard Phillips:»EEUU rescató con vida al capitán de la marina mercante Richard Phillips, secuestrado desde el miércoles en una operación en la que murieron tres de los piratas somalíes que lo mantenían retenido. La ofensiva militar, protagonizada por fuerzas especiales de la Marina, contó con la aprobación del presidente de EEUU, Barack Obama, que dio a los responsables militares autoridad para actuar si consideraban que la vida de Phillips corría peligro.El rescate del capitán del carguero ‘Maersk Alabama’ pone fin a una saga que arrancó el miércoles cuando los piratas abordaron el buque que se dirigía a Mombasa con un cargamento de contenedores de comida del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas. Phillips se ofreció entonces como rehén para garantizar la vida de los tripulantes de su barco. El gesto mereció el reconocimiento de Obama: «Comparto la admiración del país por la valentía del capitán Phillips y la preocupación desinteresada por su tripulación», señaló el presidente en un comunicado, en el que añadió que «su coraje es un modelo para todos los estadounidenses». ¿Por qué pienso qué es necesario conocer la historia antes de ver la película? Porque, sinceramente, hay momentos en los que se puede cuestionar la veracidad de las imágenes, el tono excesivamente heroico proferido al personaje interpretado por Tom Hanks y la idealización de los servicios de inteligencia estadounidenses. Pues, aunque parezca mentira, nada de esto es cuestionable. Tras leer un poco sobre la materia, y conociendo el carácter purista de Greengrass, podemos sentarnos tranquilamente en nuestras butacas teniendo la plena seguridad de que no nos toman por ilusos y de que simplemente estamos asistiendo a una buena dramatización de los hechos, siempre con la veracidad como base primordial. Ocurrió lo mismo en Bloody Sunday (2002) o United 93 (2006), dos películas cuya filmación en tono documental (como firma invariable del cine de Greengrass) le conceden un aura de fidelidad y autenticidad tan elevado, que en ningún momento nos cuestionamos las imágenes como ficción, sino como representación editada de hechos verídicos. Incluso en las dos partes de la saga Bourne que dirigió (The Bourne Supremacy, 2004 y The Bourne Ultimatum, 2007), a pesar de ser películas adrenalíticas de acción y de contar con una estrella mundial como Matt Damon como protagonista, conservamos esa mirada limpia que proporciona un estilo de filmación natural, pese a contener varias demostraciones de virtuosismo. Sin embargo, estas habilidades se verían algo distorsionadas en The Green Zone (2010), debido sobre todo a un excesivo didactismo que restaba emoción y hondura emocional, aún teniendo en cuenta que cuenta con una de las persecuciones más espectaculares de los últimos años. El cine de Greengrass no necesita de ingredientes externos o artificiales para funcionar, de hecho, cuando se ve desprovisto de ellos es cuando más brilla. Y en Captain Phillips tiene uno:Tom Hanks.

Tom Hanks

En ninguna realidad cinematográfica se puede considerar que contar con alguien como Tom Hanks es un lastre. De hecho, es todo lo contrario, pues siempre se ha caracterizado por dotar a sus personajes de una gran humanidad y de representar mejor que nadie al americano medio (incluso hubo quien lo comparó con James Stewart, columpiándose de forma estrepitosa…Jimmy es único). Es una muy buena noticia que Hanks vuelva de nuevo a esos papeles que le valieron aluviones de premios y reconocimientos por doquier en la década de los noventa. Últimamente se había conformado con insertar su rostro con el piloto automático en grandes producciones destinadas a romper taquillas como The Da Vinci Code (Ron Howard, 2006), Angels & Demons (Ron Howard, 2009) o Cloud Atlas (Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski, 2012). También sacó tiempo para dirigir su segunda película, la amable Larry Crowne (2011). No obstante, el anteriormente mencionado estilo crudo de Greengrass funciona mejor con rostros desconocidos, anónimos, donde cualquiera de nosotros pueda imaginarse como protagonista. Hanks brinda una interpretación de altura pero nunca sabremos que hubiera pasado con un actor con un perfil bajo. Hablando de actores, el soberbio trabajo de Barkhad Abdi no puede caer en el olvido, y más teniendo en cuenta que es su primer papel en el cine (esto huele a candidatura para los Oscar). No palidece en sus encuentros con Hanks, sino que los eleva con réplicas tan naturales como sus ojos desconfiados, su expresión taciturna y un muy buen sentido de la improvisación (me niego a creer que algunas de las contestaciones viscerales que le suelta a Hanks son producto de un guión). Aparte, su gran parecido con Michael K. Williams y las escenas iniciales en el puerto me hicieron recordar a mi querida The Wire, algo que es siempre de agradecer. Las historias personales de ambos personajes sirven, en un acertado montaje paralelo, para mostrar dos realidades bien distintas. Por un lado tenemos a un americano de clase media-alta (más media que alta) que se despierta cada mañana con su mujer, desayunando cómodamente mientras prepara otro de sus peligrosos viajes por el mar. Y por otro, a un somalí tercermundista que lucha cada día para que no sea el último, sin ningún tipo de propiedades, arriesgando su vida para subsistir atracando barcos y contentar así a sus jefes. Visto así, incluso podemos entender las razones de los piratas para atracar. Solo buscan dinero evitando dañar físicamente a nadie siempre que sea posible. La rutina del capitán Phillips ya no parece tan dura, a pesar de contemplarla con nuestros ojos occidentales del primer mundo. Cada país hace lo que puede/sabe para mantenerse, y es un honorable detalle que tanto Billy Ray (guionista) como Greengrass crean necesario dotar de personalidad propia a los villanos de la función, tratando de comprender sus motivos y no acordar estigmatizarlos a las primeras de cambio para que la tripulación obtenga todo nuestro apoyo. Hay dos bandos, y ambos tratan de sobrevivir, sin más.

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Lo que nos muestra Captain Phillips es el clásico viaje del héroe, donde una amenaza externa le obliga a ponerse a prueba a si mismo, recurriendo a habilidades y virtudes que no sabía que poseía, y luchando contra obstáculos y adversarios en el farragoso camino. Moisés dirigió el éxodo del pueblo hebreo hacia la tierra prometida. Eneas encabezó el exilio después de la caída de Troya. Marco Polo viajó en busca de otras tierras. Richard Phillips arriesgó su vida por sus compañeros, en una misión suicida por momentos, ante piratas armados hasta los dientes. Los elementos utilizados por Greengrass para plasmar este viaje en pantalla son de sobra conocidos por sus admiradores, entre los que me incluyo. Tono realista cercano al docudrama, experto dominio de la tensión narrativa y una total comunión entre montaje y dirección, algo clave teniendo en cuenta que rara vez el director de The Theory of Flight (1998) planta un trípode en el plató. Los primeros sesenta minutos muestran de forma ejemplar la creación del terror y del miedo de la nada. Incluso en planos aparentemente intrascendentes, puramente rutinarios, nuestra cabeza nos juega malas pasadas imaginando y anticipando obras oscuras. Cada pequeño paso de los piratas somalíes para subir al barco parece un mundo, cada progreso provoca una reacción temerosa ante los contraataques desesperados del capitán Phillips y sus ayudantes. Greengrass juega cruelmente con los espectadores, poniendo a prueba en demasiadas ocasiones nuestros nervios. Esperanza, desilusión, esperanza, desilusión. Una constante que se repite y que hace mella en nuestra propia moral (imagínense en la de los personajes) inconscientemente. Si antes alabé la prodigiosa persecución final de The Green Zone, los calificativos se quedan muy cortos para la acontecida al final del primer acto de Captain Phillips. No es una persecución rápida ni frenética, sobre todo porque estamos en el mar y la sensación de velocidad es relativa, pero Greengrass utiliza salvajes planos contrapicados para darnos la sensación de estar presenciando un choque entre un tigre y una cebra. Se respira miedo. Se mantiene en el tiempo, es más persistente que electrizante, solo busca la espectacularidad en su tramo final, con un clímax donde la acción deja paso al drama personal gracias a la dolorosa expresión de Hanks, que siente y padece de forma que el barco se asemejara a uno de sus hijos. Incluso pareciera que la acción transcurrida en el mismo formara parte de un arduo parto que no se completará hasta que el propio Hanks lo abandone. Toda la claustrofobia y neurosis se produce únicamente en dos escenarios, por lo que el manejo de la narración y del espacio cinematográfico se transforma en un arte que apreciar. Obviamente, la duración de la película juega en contra de tanta intensidad, pues aunque no nos llegamos a acostumbrar del todo a este estado, si que atravesamos baches lógicos y algún que otro tiempo muerto protagonizado por las fuerzas especiales americanas, lo menos atractivo del relato. Ocurra lo que ocurra en el final, la sensación que se nos queda es la de haber salido victoriosos de un duro combate, cansados, destruidos y fatigados tanto física como emocionalmente. Greengrass nos ha zaranreado de un lado para otro sin piedad y lo único que queremos es tener la posibilidad de desquitarnos nosotros también, irnos a una sala vacía y gritar a los cuatro vientos que estamos ahí, al final de la película, en pie, supervivientes del horror.

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