[Sitges 2013] Reseña: ‘Cheap Thrills’ (2013)

POR UN PUÑADO DE DÓLARES.

Craig, un padre de familia en plena crisis económica, ahoga sus penas en un bar cuando un desconocido le propone un trato: le dará cierta cantidad de dinero si va cumpliendo una serie de acciones, a cada cual más extraña y violenta. Lo que comienza como un juego terminará en delirio.Cheap_Thrills-708111601-large

Ficha Técnica:

Título original: Cheap Thrills
Año: 2013
Duración: 83 min.
País: Estados Unidos
Director: E.L. Katz
Guión: Trent Haaga, David Chirchirillo
Música: Mads Heldtberg
Fotografía: Andrew Wheeler , Sebastian Winterø
Reparto: Pat Healy, Ethan Embry, Sara Paxton, David Koechner, Amanda Fuller
Productora: Snowfort Pictures / New Artists Alliance
Género: Thriller | Crimen. Comedia negra

Crítica:

Para hablar de Cheap Thrills, antes hay que hacerlo de Breaking Bad, la serie que ha revolucionado el panorama televisivo en los últimos años. Quienes me conocen saben que me puedo enrollar como una persiana hablando de la serie, así que intentaré ser breve y conciso. La serie de AMC, recientemente terminada, ha ido un paso más allá en la exploración de los recovecos de la maldad humana. Transformar a alguien bueno en la encarnación del diablo es algo que jamás habíamos visto en una serie de televisión, ya que los personajes malvados habitualmente ya lo son al comienzo de la serie de turno. En una sociedad que ama a los “malos” televisivos como Dexter, Tony Soprano o Don Draper, el personaje de Walter White cruzó barreras que hasta el momento ni se divisaban de lejos. Y ahora es el momento de estar atentos a los productos que se van estrenando, pues su influencia va a ser capital en muchos de ellos. Es el caso de Cheap Thrills, que desde el inició presenta un personaje muy a lo Walter White. En los primeros cinco-diez-minutos ya sabemos todo esto de él, además de dejar claras sus notables referencias a la serie de la metafentamina azul:el protagonista tiene un trabajo de mierda como mecánico que no le da para mantener cómodamente a su familia, que son su mujer e hija recién nacida (a Walt apenas le daba con dos empleos como profesor y trabajador en un lavadero de coches), le despiden (Walt se despide de un trabajo y posteriormente es despedido del otro ), es un escritor fracasado (Walt tiene un conocimiento excepcional de la química y ciencia pero no ha triunfado en la vida), recibe una carta de desahucio y necesita 4500 dólares para evitarlo (Walt se entera de que tiene cáncer y necesita más de 700000 dólares para proveer a su familia cuando muera), vuelve a encontrarse con un viejo conocido del pasado y ambos se meten en asuntos turbios (Walt se reencuentra con Jesse y comienzan a cocinar metanfetamina). Yo diría que los parecidos son evidentes. Pero el discurso de Cheap Thrills se decanta por la obsesión por el dinero en nuestra sociedad y no tanto por el poder, como ocurría en Breaking Bad. E.L. Katz, Trent Haaga y David Chirchirillo (guionistas los dos últimos) crean un cuento (in)moral sobre la trascendencia del dinero en nuestra comunidad, hasta donde llegaría el ser humano por tener más y más. El dinero nos cambia, nos hace esclavos suyo, viviendo siempre pendiente de tener el suficiente, de gastarlo, de no gastarlo, de ahorrarlo, de conseguir más. Y así, nuestra avaricia crece a medida que lo hace nuestra necesidad económica. Creo que todos hemos pasado por penurias de este tipo en algún momento de nuestra vida, de ahí la facilidad con la que nos ponemos en el lugar de los protagonistas. Es posible que la mayoría no hiciéramos cualquier cosa por dinero, al menos no si podemos evitarlo. Pero en una situación realmente desesperada, de vida o muerte, ¿Acaso no nos ofreceríamos nosotros también a matar al perro del vecino por unos billetes? Porque ahí está la clave de la película, en ir observando paso a paso la degradación de los valores humanos y en pensar constantemente, ¿Qué haría yo? ¿Haría “eso” qué me están pidiendo por ese dinero? ¿O yo pediría más? En el momento en que nuestra mente comienza a realizar esas elucubraciones, hemos perdido. Pues el solo hecho de pensarlo, de meditarlo, demuestra la existencia de una posibilidad de hacer algo horrible y asqueroso por dinero, siempre por el jodido dinero.

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En este caso, la simple proposición o planteamiento ya conlleva un peligroso componente de prostitución física y mental. Es el primer paso para caer en las redes de las justificaciones interesadas. Cierto que los protagonistas tienen buenas razones para hacer todo lo que hacen a cambio de dinero. Uno quiere salvar del desahucio a su familia y el otro quiere salir de la vida mediocre que lleva. Pero hay momentos en los que nos preguntamos que hay de verdad en sus objetivos y que grado de ambición sería el correcto para definirles. ¿Acaban de descubrir los personajes su adicción a las emociones fuertes? ¿A la adrenalina? ¿Incluso al sadomasoquismo emocional? Cheap Thrills es una película que te hace sentir profundamente culpable, al hacernos reír a carcajadas en momentos donde lo que de verdad está ocurriendo en pantalla es algo agudamente dramático. Pero es el punto fuerte del film. Mantener un complicado equilibrio entre el drama de terror y la comedia negra (negrísima), donde cuanto mayor es el sufrimiento de los personajes, mayor es nuestra satisfacción. En realidad, la cinta comparte ciertas similitudes con los concursos de superación de pruebas de televisión. En dichos shows los concursantes tienen que demostrar su habilidad para progresar hasta niveles avanzados pero, en algunos casos, estas pruebas o tests conllevan la pérdida inmediata y de forma fulgurante de la dignidad humana. Meter la cabeza en una caja con insectos, introducirse en líquidos viscosos o recibir estúpidos golpes. Por dinero. Todo, y siempre será así, por dinero. ¿O acaso el programa más basurero y exitoso que existe, Gran Hermano, no se basa en mostrar las vergüenzas y miserias de sus concursantes, obligados a realizar pruebas ridículas y “confesarse” delante de un país entero cada cierto tiempo…por dinero? ¿O no está llena la televisión actual de putas, chulos, drogadictos o vagos qué cuentan sus desgracias a quién quiera oírles…por sucio dinero? ¿Quién es peor? ¿El qué lo recibe o el qué lo paga? Las monedas y los billetes comandan nuestras vidas como quieren, como les permitimos, mientras que la vida humana cada día vale menos ante la oportunidad de explotación de nuevos territorios que proporcionen beneficios. La magnitud de su valor en la película queda reflejado en una escena donde, después de que el protagonista principal realice algo realmente estúpido y doloroso, solicita ver lo que ha ganado, en un intento por justificar su comportamiento y reducir así el grado de culpabilidad con uno mismo. Lo hace por algo, ergo, no puede ser totalmente malo. Pensamiento extendido en nuestros días, aunque erróneo. Cheap Thrills nos muestra que los límites de la maldad humana no existen y que, como en Breaking Bad, todos tenemos dentro a nuestro pequeño diablo esperando el detonante necesario para explotar y salir. Nuestro sistema de valores se ve reducido a nada. Incluso alguien que empieza la película enseñándole a un amigo la foto de su familia que lleva en la cartera, alguien en apariencia inofensivo, puede corromperse y desatar el infierno (aunque nos riamos mucho por el camino, que también es verdad). Tal y como dice el personaje de David Koechner, “disfruta el momento, vívelo”, porque, cabría añadir, la mierda vendrá si tiene que venir. Pat Healy, Ethan Embry, Sara Paxton, David Koechner y Amanda Fuller realizan un trabajo portentoso personificando a gente real que se ve atrapada en una espiral de codicia, miseria y brutalidad. Cheap Thrills contiene una narración circular, como muestran la primera y última escena de la película, dejando caer que este camino lo han andado, lo andan y lo andarán muchos otros a lo largo de su existencia, porque la maldad y el dinero son tan inseparables como el diablo y su tridente.

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