Reseña: ‘Shame’ (2012)

Steve McQueen dirige a Michael Fassbender en un poema sucio que escarba en la autodestrucción

Ficha Técnica

Título: Shame
Título Original: Shame
Director: Steve McQueen
Guion: Steve McQueen, Abi Morgan
Musica: Harry Escott
Fotografia: Sean Bobbitt
Productora: Film4 / UK Film Council / See-Saw Films
Año/País: 2011 / Reino Unido
Duración: 99 min.
Género: Drama
Reparto: Michael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge Dale, Nicole Beharie, Jake Richard Siciliano, Hannah Ware, Alex Manette, Chris Miskiewicz, Jay Ferraro, Anna Rose Hopkins, Eric Miller
Web oficial:
Enlace IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1723811/
Puntuación IMDB: 7,9/10 8,644 Votos
Enlace Sensacine.com: http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-185457/
Puntuacion Sensacine.com: 4/5

Sinopsis

Brandon (Michael Fassbender, ‘Un método peligroso’) es un treintañero atractivo y con dinero, tiene un puesto importante en una empresa y vive en Nueva York en un piso de diseño. Sin embargo, su vida privada es un auténtico desastre. Es un solitario y está además obsesionado con el sexo. Cuando está en su casa consume compulsivamente porno y en las calles es un auténtico depredador sexual: prostitutas, ligues, encuentros casuales… nada le sacia. (Sensacine)

Crítica

¿Puede algo tan placentero como el sexo convertirse en enfermedad? Sí. ¿Hay antes y después del éxtasis un espacio de vacío emocional –y existencial- que nos destruye lentamente, sin que reparemos en heridas o trastornos? Tal vez. Y es que, dentro de la jungla urbana que comprende al hombre moderno (ese animal puramente materialista que se vanagloria en contar sus miserables triunfos), en lugares alejados del sentimentalismo o la vocación represora del establishment, hay gente solitaria que vive en un estado de indolencia perpetuo, de palabrería infecta y relaciones perniciosas, de inútil trascendencia que acaba –casi siempre- en tragedia: la necesidad de sentirse atado a una sensación como si de una droga se tratara transforma al individuo hasta sacar de su interior un monstruo con múltiples formas.

Si Freud basaba sus teorías en traumas y apetencias sexuales, el protagonista de Shame, un ninfómano cuyo estilo de vida de neoyorquino casi ermitaño refuerza poco a poco su autodestrucción, sube unos cuantos escalones en ese juego: quema goma como un coche de carreras. No existe forma de calmar su sed, consume pornografía y solicita los servicios de prostitutas para bajar provisionalmente esa sublime erección. Va de casa al trabajo y del trabajo, a casa. Solitario y parco en palabras, conquista a las mujeres donde sea: en un pub o en el metro; su enigmática mirada de macho alfa funciona a la perfección. Y, por supuesto, cualquiera diría que este es el sueño de todo hombre, que tener acceso a tan gustoso plan es una bicoca. Sin embargo, ese tipo está incapacitado para amar (o quizá para comprometerse) y desarrollar su rutina diaria con total normalidad. Precisa de sexo como quien busca desesperadamente un pico. Y no sabemos nada de él, ni siquiera un retazo o pista que ayude a dilucidar el origen de la tara: contemplamos un presente desolador, frío, apagado, distante. Tras la llegada de su hermana, quien también posee un brillante currículum de violencia, además de una peligrosa tendencia suicida, comprueba que no pude luchar contra sus deseos, y que éstos son cada vez más intensos. Y aún así, hay espacio para las sonrisas, las conversaciones que te obligan a no despegar tus ojos de la pantalla. Escrita y dirigida por Steve McQueen, un recién llegado cuyo debut, Hunger, obtuvo buenas críticas y se ganó a un buen puñado de merecidos fans, esta nueva cinta utiliza los ganchos del relato (orden y coherencia) y los funde admirablemente con una puesta en escena implacable, diáfana y elegante, claustrofóbica en ocasiones aunque ciertamente realista.

Michael Fassbender, el mejor actor joven del momento, ofrece un muestrario de expresividad antológico, que conmueve  desde el primer plano (un cenital en el que le vemos tumbado sobre la cama, tapado de cintura para abajo, con la mirada perdida, dejando entrever que no siente nada salvo un inconfesable deseo de tirarse todo lo que se mueve).  El alemán con ascendencia irlandesa se basta para emocionar con un simple silencio (uno de los mayores méritos de la película), prestándose a una especie de mutilación física y mental que traslada la historia a los terrenos pantanosos del dolor más reflexivo y turbio. McQueen sólo precisa de tres o cuatro localizaciones, narrar con planos largos cuyos movimientos de cámara apenas se notan. Cerca del clímax, utiliza un efectivo travelling lateral que sigue a Fassbender mientras éste hace footing de noche por las calles de Nueva York. Son detalles que se agradecen porque están justificados y no chirrían en un montaje aparentemente sencillo. Incluso la versión de New York, New York que canta Carey Mulligan (la hermana del protagonista) se ofrece como uno de esos grandes momentos del cine.

Shame es cine de autor del bueno, una película a reivindicar en el marginal –y últimamente en auge- mundo de los guiones con escasos diálogos que transmiten más que una batería de palabras huecas. Así pues, ya se escuchan las voces conservadoras de los escandalizados, mojigatos  que aman controvertidamente la palabra pene. Supongo que por eso los Oscar han pasado de nominar a esta cinta.

Nota: 8/10

Gracias a los amigos de Sensacine.com por permitirnos acudir al preestreno de la pelicula.

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