Breaking Bad 5×16: ‘FeLiNa’

EL FANTASMA DE LA ÓPERA QUE VINO DEL INFIERNO

 

Ficha Técnica

Serie: Breaking Bad
Temporada: 5
Capitulo Nº: 16
Titulo Capitulo: Felina
Fecha de Emisión: 29/09/2013

Crítica
 

Vivimos en la era de la tecnología, donde todo el mundo tiene acceso, en mayor o menor grado, a cualquier información sobre cualquier tema que le interesa. Hay muchos dispuestos a dar su opinión y otros tantos prestos a escucharla o leerla (sirva este artículo como ejemplo). Devoramos veredictos de extraños, reportajes de alguien que está en la otra punta del mundo o nos entusiasmamos con vídeos recopilatorios sobre nuestra serie o película favorita. Hace años que los foros de internet echan humo ante la avalancha de nuevas series que engullir, sentimos la necesidad de elevar a la categoría de fenómeno nuestro programa preferido para así encontrar múltiples puntos de reunión en la red en los que se debata sobre el significado de los colores de tal episodio o la malicia de ese cliffhanger puñetero que nos va a tener una semana comiéndonos la cabeza. Ya pasó con Lost (2004-2010) y en menor medida con Fringe (2008-2013). Pero, curiosamente, la que inició esta locura mediática televisiva fue The X-Files (1993-2002). Y digo curiosamente porque uno de los guionistas de aquel show es Vince Gilligan, creador de la serie más absorbente del Siglo XXI, Breaking Bad, que ha pasado en unos años de ser considerada una serie de culto, a convertirse en todo un fenómeno televisivo mundial. Obviamente, el avance en las comunicaciones y la proliferación de redes sociales (Twitter, Facebook, Myspace, etc) así como los diferentes servicios de descarga de archivos (Vuze, Emule, Torrent) han puesto su granito de arena para que la leyenda de Breaking Bad se agigantase cada día más y, por lo tanto, llegara hasta más gente. Pero como todo en esta vida, esto también tiene un lado negativo. A medida que la serie avanzaba, circulaban una gran cantidad de teorías y de posibles finales, así como sólidos (y otros estúpidos) argumentos a favor y en contra de estos pareceres. Por lo que contentar, e incluso sorprender al espectador, se torna en un trabajo más difícil de lo que ya es hoy en día, con tanta variedad de temáticas culturales para elegir de forma gratuita. Es decir, se ha hablado tanto del final de Breaking Bad que es muy complicado que algo de lo que hayamos leído no suceda, por pura estadística. Walt Jr adicto a la meth, Marie asesinando a la familia White con un veneno irrastreable, Jesse disparando a Walt en el último segundo, Todd acabando con Skyler en venganza por la muerte de Lydia, Walt vivo, Walt muerto y un larguísimo etcétera. Yo mismo he sido partícipe de esta vorágine de (en algunos casos) despropósitos, pero porque es lo que requería la propia planificación y desarrollo argumental de la serie. Da pie a que eso suceda entre la audiencia. Pero Gilligan es más listo que sus espectadores y va un paso por delante. Algo como Ozymandias no se puede repetir y un final que satisfaga a todos tampoco, por lo que ha construido un desenlace lógico y coherente, de ritmo pausado (muy de principio de Breaking Bad), esmerándose por dejar grabado en nuestra retina un momento icónico que pueda ser recordado en una imagen (o una canción), más que una escena grandilocuente e intensa. Lancé mi equivocado pronóstico hace un año (he acertado más en el desarrollo que en el final…), después de que Gilligan me dejase con la boca abierta en el plano final de 5×08:Gliding Over All, y si, podría haber sido más oscuro y apocalíptico aún, pero no por muchas muertes algo es más trágico o complejo. La victoria del mal en Breaking Bad no es que muera o viva tal o cual personaje, sino el tortuoso y angustioso camino que hemos soportado (o disfrutado, según se mire) para que Walter White, Heisenberg, Mr. Lambert o quien carajo sea este diablo nos diga a la cara que hizo todo lo que hizo por él mismo, no por la familia. Al traste con tantas y tantas justificaciones morales que he tenido que leer sobre el comportamiento real del protagonista de Breaking Bad.

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Porque que Walter White es el diablo y siempre se sale con la suya (como dijo el propio Jesse) es algo que debemos tener en cuenta para entender el verdadero significado del final de Breaking Bad. Walt es una persona supuéstamente normal con una vida desgraciada al que le ha tocado en gracia un destino de lo más funesto. Sus cartas en la vida son horribles y solo decide actuar después de contraer un fatal cáncer de pulmón (a pesar de no haber fumado un cigarrillo en su vida). Por lo tanto, es una víctima del azar con la que es fácil identificarse. Aunque eso no significa que sea automáticamente una buena persona porque, de hecho, el paradigma de esta serie es que no existen las buenas personas, solo las personas, con sus defectos y virtudes. Hemos sido afortunados testigos de una transformación dolorosa en alguien mucho peor, desprovisto de sentimientos en más de una ocasión y sin apenas remordimientos. De Mr. Chips a Tony Montana, como le gusta decir a Gilligan. Pero lo más sorprendente de este cambio no es el punto de inflexión moral o la cantidad de maldad que puede sobrellevar Walt en sus hombros, sino el gozo y el placer que le está reportando esta nueva personalidad al ex-maestro de química. La oportunidad de ser más que alguien, de estar en la cúspide, de mandar y manipular de manera déspota, de asesinar al enemigo que se le antoje…ese es el leitmotiv de Walter White, y su familia…una mera excusa. Se ha cuestionado temporadas enteras, casi siempre de forma interna, los motivos que justificaban la oscuridad de sus acciones. No había tales motivos, aunque él mismo lo creyera así algún tiempo. No había justificación. Solo un hombre viviendo el sueño de ser el rey de la jungla, de comerse a los otros por diversión (cierto que en algunos casos por supervivencia), de demostrarse a si mismo que puede ser todo lo que quiera ser, caiga quien caiga. «Me gustó, era bueno en ello…y yo estaba realmente…me sentía vivo». Jane, Brock, Mike y sus Nueve, Gus, Andrea, Jesse, Hank, Gomes, Tuco, Tío Salamanca, Gale, etc. Da igual a quien hiriera (bueno o malo), lo despiadados que fueran sus daños colaterales, las muertes se suceden como caídas de piezas de ajedrez para continuar jugando un poco más, solo un poco más, hasta que el cielo caiga sobre Albuquerque. Es por esto por lo que no entiendo algunas reacciones sobre el final de Breaking Bad y la supuesta redención de Walt. Es cierto, Walt se sale con la suya en muchos aspectos, incluso salva a Jesse y evita una muerte agónica por cáncer o la detención de la policía, pero precisamente por esto la serie tiene un final pesimista sobre el verdadero poder del bien. Si damos por hecho que Walt es una buena persona, pasase lo que pasase en el final, el resultado sería satisfactorio (si se salva, gana el bueno y si lo cogen o muere se castiga al bueno que se hizo malo, por lo que la moralidad sale victoriosa). Pero si realmente llegamos a la conclusión de que Walt es el diablo de la serie, el principal villano y causante de desgracias por doquier, no queda otra que pensar que Breaking Bad ha acabado mal, ya que su tóxico personaje ha salido victorioso, no ha recibido su merecido y nos deja a nosotros, los espectadores, como cómplices absolutos de su apasionante relato criminal. Nos hemos sentido tan identificados con él, hemos empatizado tanto con su persona, que hemos perdido la perspectiva de qué es un héroe y qué un malvado, cortesía de Gilligan y cía.

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En mi anterior análisis me refería a Jack y su banda de neo-nazis como enviados por el universo, por el karma, por algo superior para restablecer el orden de las cosas y poner en su sitio a Walt y Jesse. Con lo que no contaban es que Satanás también tenía un buen discípulo en la tierra de nombre Heisenberg, que había pasado una larga temporada de reposo en el purgatorio de New Hampshire hasta que el Señor de las tinieblas se decidió a darle un permiso de visita a la tierra durante un día (ese planazo desde la chimenea…). Este discípulo no necesita más. Walt ha vuelto por última vez para restaurar el equilibrio que él mismo considera justo y apropiado. Y lo hace adjudicándose algunas de las habilidades de sus enemigos, como el poder de planificación de Gus (ya visto en la temporada cuatro), el sigilo de Mike, las armas de Tuco o el Cártel (imposible no pensar en el coche saltarín del 2×02:Grilled), o la violencia de los propios neo-nazis (cuyas balas disparadas a Hank y Gomes les han sido devueltas con el doble de fuerza). Así, Walt se presenta ante Gretchen y Elliott Schwartz como una suerte de El Fantasma de las Navidades Pasadas de Dickens, adoptando con cada uno una actitud totalmente diferente, según convenga en cada caso. Amenazante ante los Schwartz, conciliador con Skyler o como un pobre perjudicado ante Todd y Lydia. «Solo llévame a casa, solo llévame a casa…yo haré el resto», ruega congelado Walt en un coche, aún en New Hampshire. En cualquier episodio anterior hubiera tenido que ejecutar una jugada maestra como en el recordado 2×09:Four Days Out. Ya no. Ahora el destino cede ante una fuerza superior, ante un hombre que sabe que se encamina hacia su muerte, como si el propio destino aceptara cualquier cosa con tal de quitarse de en medio a este originador de calamidades. Simplemente le llueven las llaves del cielo. Walt está decidido a vengarse por su miserable existencia y acude al origen de sus males, que no es otro que su relación con Gretchen y Elliott Schwartz. Ricino, asesinato, implicación en el negocio de la droga…ninguno acertamos. En una secuencia brillantemente construida, Walt se presenta como un malo de opereta, a lo Funny Games (Michael Hanke, 1997), a semejanza de una novela de terror donde el personaje canalla y rufián ataca a unas pobres víctimas inocentes. Solo que los Schwartz no son inocentes, sino muy culpables de una traición que provocó la ruptura de muchos sueños de Mr. White. El hecho de no saber sus intenciones reales dota a la visita de un aura peligrosa, donde las buenas palabras pueden dejar paso a los puñales en cualquier momento. En una salida de guión digna de aplauso, el matrimonio es usado como puente para garantizar la seguridad económica de su familia (me acordé de Mike y su fallido intento de proveer a su nieta), a la vez que queda demostrado la capacidad de Walt para crear un imperio de la droga desde cero ante los que le negaron la posibilidad de poseer uno completamente legal. Todo es cuestión de ego, como deja bien claro Walt al advertirles de que si tienen costes de abogados en la transferencia del dinero a su familia, usen SU dinero, jamas el de ellos. En una imitación perfecta de Jack que incluye apuntarse la dirección de los Schwartz en la muñeca (como el neo-nazi hiciera con las coordenadas en 5×13:To’hajiilee) y recibir el desprecio de Gretchen en su apretón de manos (como el propio Walt hiciera con Jack tras la muerte de Hank), el colofón es la entrañable utilización de Badger y Skinny Pete como «asesinos a sueldo», armados con un par de láseres (al final el Laser-Tag de Saul de la temporada tres ha servido como inspiración para algo…). Después de que Walt amenace a los Schwartz con una cuenta regresiva final (como su cáncer…) si no cumplen lo acordado, la serie hace un gesto hacia los fans y nos regala un par de minutos de esta cómica pareja. Nos despedimos de ellos y, de paso, sirven para que los caminos de Walt y Jesse se crucen por última vez.

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La despedida de Walt con Skyler es una muestra de la crueldad y el estilo seco del que hace gala Breaking Bad. Sobre todo después de hacerle saber a su mujer que ella y sus hijos solo fueron el pretexto perfecto para dar rienda suelta a su perversidad y depravación. ¿Les ha importado su familia alguna vez? Desde luego. Es más, me atrevería a decir que siempre. Pero también pienso que han sido más un obstáculo para él, un tope, que una verdadera finalidad, incluso en el principio de la serie. Walt sentía que debía hacer lo correcto, pero en el 99% de las veces, lo correcto es lo aburrido, la pared que nos impide disfrutar de la adrenalina extrema de las situaciones sin control. Todos nos hemos sentido así en algún momento. ¿Por qué hacerse asquerosamente rico adquiriendo prestigio y asustando a otros, iba a ser diferente? Walt aparece en la nueva casa de su familia (sin rastro del patriarca, fría, impersonal, como la voz del contestador) para despedirse y ayudar por última vez a Skyler. Gilligan juega a los simbolismos y coloca al capo de la droga detrás de una columna (imperceptible) frente a su mujer, para luego usar esa misma columna como separación entre ellos. La mujer que una vez le escondió de la sociedad, de su familia, tiene ahora la obligación moral de proteger lo que queda de ella. Y a pesar de eso muestra culpa, mirada abajo, cuando piensa que Walt le va a soltar algo de dinero. Estoy convencido de que por ella misma lo aceptaría, pero se obliga a pensar en lo que haría Walt Jr (Flynn para el resto de sus días, borrando a Walt de la familia White), que ha resultado ser el más coherente e íntegro del grupo. Es precisamente de Flynn del que Walt no podrá despedirse jamás, ya que la imagen de su padre ha quedado emborronada, desvanecida entre la bruma de la metanfetamina para siempre, ante la frágil esperanza de que los millones en herencia puedan subsanar el mal trago de su recuerdo. Walt no va a morir con el perdón de su hijo sino, es más, sin él y con la tristeza de no ver crecer a su hija. A pesar de todo, aún le queda Skyler, más confidente que esposa, a la que le proporciona un último y macabro regalo final. Las coordenadas donde están enterrados Hank y Gomez pueden darle la oportunidad que Skyler necesita, y terminarán por hundir más si cabe a su hermana Marie, sola y confiada en que la D.E.A. conseguirá atrapar a Walt. Los personajes blancos de la serie son igual de infelices que los oscuros. Es posible que el cadáver de Walt y el dinero de los nazis concedan una pausa a Skyler ante la justicia. Por cierto, si hacemos una breve recapitulación, podemos constatar la poca relevancia de la D.E.A. como grupo, con poca participación en los momentos trascendentales de la serie. Solo Hank consiguió derribar a Tuco y a los hermanos Salamanca, pero únicamente en solitario, no en una misión policial. El flashback donde Hank augura a Walt que puede verles derribar un laboratorio de metanfetamina no ocurre hasta el final de la serie, y cuando no queda nadie en pie para controlarlo. La vuelta de Walt a Albuquerque deja constancia de la leyenda que actualmente es, ya que su sola presencia provoca una cantidad desproporcionada de llamadas a la D.E.A., como si Dillinger hubiera vuelto de su tumba para reclamar un botín, como diría el bueno de Saul. A Walt le importa bien poco el revuelo, su objetivo está claro y, además, nos confirma que él se siente muy bien (a pesar de todo lo que ha pasado…). La mejoría del enfermo antes de morir…

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El descubrimiento de Hank, los secretos de Mike, Brock y Jane, Walt Jr desmontando a su padre…y el ricino. Por fin tuvo utilidad un elemento que fue introducido al principio de la temporada dos para acabar con el psicópata de Tuco Salamanca. La destinataria fue Lydia, presa fácil gracias a su afición a la stevia. Es posible que todos esperásemos un receptor diferente, de más enjundia histórica, como Jesse, Skyler o el mismo Walt, pero es coherente que Lydia caiga por ser una mujer de costumbres, predecible y de fácil acceso. El propio Todd, su enamorado, pudo haber evitado el envenenamiento de su su amada si en lugar de ser un sociópata de manual, hubiera sido un psicópata. Siempre nos hemos referido a Todd (o Meth Damon, como se le conoce en la red) como un psicópata sin escrúpulos pero realmente, si nos ponemos técnicos, su comportamiento es de sociópata, al carecer de verdaderos impulsos asesinos (salvo en el caso de Drew Sharp, cuyo asesinato es realizado por razones empresariales). Es alguien calculador, frío, amable cuando debe serlo y terrorífico cuando lo necesita. Él respeta a Walt, por lo que oye lo que tiene que decir. Un Tuco, por ejemplo, jamás le hubiera dejado siquiera sentarse frente a su compañera de negocios. Pero, finalmente, Lydia se nos va por el ricino, dejando una hija y unos clientes checos que estarán bastante furiosos. De esta forma, y tras el brutal aniquilamiento de los nazis, no queda nadie que continúe con el legado de Heisenberg. La blue meth muere con él, su huella quedará como un recuerdo negro e imborrable de la historia de Nuevo México. Una historia forjada con su compañero de fatigas, su hijo no oficial, Jesse Pinkman. Jesse, cuyo rumbo parecía escrito desde la primera temporada, donde Gilligan iba a quitárselo de en medio al final de la misma, no solo sobrevivió, sino que se convirtió en el alma de la serie y socio inseparable de Walter White. Se resistió a irse entonces, y así ha permanecido durante todo el show, a pesar de sufrir una cantidad inimaginable de torturas a manos de varios personajes. Este suplicio que viene acompañando al personaje y a sus allegados era una forma guionizada de decirnos que quedaría en pie después de sufrir como un perro abandonado, justo lo que él mismo requería desde hace un par de temporadas para limpiar su mala conciencia. Su estancia en el infierno ha sido larga, dolorosa y ha implicado otra muerte más, la de Andrea, por lo que su libertad puede interpretarse como un final feliz a medias, ya que solo le queda Brock por lo que luchar, sin un centavo y un trauma que le perseguirá toda la vida. Si volviéramos a ver la serie desde el principio, nos daríamos cuenta de que la situación de encierro de Jesse se veía venir. En 1×02:Cat’s in the Bag, después de que Jesse y Walt hagan preso a Krazy-8, Jesse le espeta a Walt lo siguiente:»Que se quede a vivir abajo, dale de comer tres veces al día y ya está». Lo mismo que sufre él. No acaban ahí las semejanzas con Krazy-8, pues Jesse acaba con Todd de la misma forma que Walt eliminó al traficante mexicano. Grilletes al cuello. En 5×11:Confessions, hay un plano revelador con una araña en el desierto al lado de Jesse, lo que nos evoca a la araña de Drew Sharp que Todd se quedó sin ningún pudor después de disparar al chaval. Jesse ha sido su araña encerrada. Por último, en el maravilloso 3×10:Fly, vemos a Jesse subido en una escalera inestable tratando de alcanzar la famosa mosca. Los diferentes planos de la acción se repiten en el anterior 5×15:Granite State, con Pinkman subido en el cubo tratando de llegar a los barrotes. Breaking Bad, una serie de deliciosas repeticiones.

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Diecisiete minutos. Eso es lo que dura la última secuencia de Breaking Bad. Como ya comenté en el análisis de 5×14:Ozymandias, hacer algo así en televisión es muy arriesgado, ya que estamos hablando de un programa de 47 minutos (54 en este caso) donde la tercera parte del mismo te lo meriendas de golpe en una secuencia. Afortunadamente, Breaking Bad tiene material del bueno y ni siquiera notamos estas suicidas divisiones de guión. Y para hablar del final nos vamos al principio. El episodio empieza despejando la incógnita del título, con un plano donde nos muestran a Marty Robbins, autor de la canción El Paso, donde su protagonista femenina es Felina. Felina es una mujer que ve como su hombre cae muerto en el suelo y acude a darle el consuelo final. ¿Quién es Felina en Breaking Bad? La primera opción, Skyler, es evidente que no, pues su trama se resuelve justo antes del final. ¿Jesse? ¿La metanfetamina? ¿Su ego? Me temo que estamos ante un dilema parecido al de la mosca pero, a riesgo de equivocarme, creo que la Felina de la serie es una combinación de metanfetamina y ego, que son los que están verdaderamente hasta el último segundo de vida de Walt, los que le besan la mejilla arrodillados a su lado. Intentaré abordar este tema en mi artículo resumen de la segunda parte de la quinta temporada (así es, habrá algo que leer de Breaking Bad el próximo lunes) una vez asimile mejor el concepto. Sea como sea, Walt acude a su cita con los neo-nazis con el lema de New Hampshire bien asimilado:Live Free or Die. Mejor morir antes que ser pillado por la pasma, aunque lo que en realidad nos dice este lema son los caminos que han elegido sus protagonistas. Jesse vivirá libre después de obtener una justa redención y Walt morirá a su manera, a lo Heisenberg. Todo sale casi a pedir de boca en la guarida de los neo-nazis, como no podía ser de otra forma en el último gran golpe de Walter Heisenberg White. La ciencia, aquello que le ha hecho grande, va a proporcionarle una despedida acorde a sus habilidades:morir matando con ella, redimiéndose de alguna forma tras traicionarla y dejarla a merced de Lydia, Todd, Declan y compañía. Jack es un villano a lo Sergio Leone, algo caricaturesco, flexible, que se rige por unos códigos éticos peculiares. Códigos que Walt conoce muy bien tras tratar con tipos tan despiadados como Mike, Gus o Tío Salamanca. Le toca el orgullo gritándole en plena cara que ha roto un código asociándose con Pinkman. Jesse es una rata para Jack y decide traerlo frente a Walt. El neo-nazi suelta un «ya ves, somos socios, socios al 50%», que recuerda a aquel «fifty-fifty partners!» de Jesse a Walt en la temporada dos, ambos en la ya mítica Winnebago RV. Puede ser que ese recuerdo, y el lamentable aspecto físico de Jesse, hagan cambiar de parecer a Walt y se apiade de Jesse, al que tira al suelo protegiéndole de las balas de su flamante M-60 instalada en el capó de su coche. Esta vez si que Walt construyó un robot, como el propio Jesse le sugirió en el 2×09:Four Days Out («¿Estás construyendo un robot para ayudarnos?») para liberarlos a ambos, en una matanza que recuerda a la efectuada por Gus Fring al Cártel en 3×08:I see you o en 4×10:Salud. En un truquito de guión algo cuestionable, Todd es el único que sobrevive al envite solo para que Jesse pueda ejercer de vengador de Andrea y Drew Sharp, y ahogarlo hasta morir mientras un Walt impasible mira fijamente como sus dos pupilos se destrozan en el suelo. Parece que Walt no tenía nada contra Todd, y me pregunto si le hubiera dejado vivir si no hubiera sido por la rabia acumulada de Jesse. Walt remata a Jack de un disparo seco en la cabeza justo cuando este le ofrecía revelar el paradero del dinero robado. A Walt no le interesa ya el dinero y ni le deja terminar la frase, culminando así la venganza de Hank, al que Jack tampoco dejó terminar su frase al fallecer. Jack estaba condenado a morir de esta forma, puesto que tanto Hank como antes Declan sufrieron su falta de compasión al consumar su ejecución moribundos en el suelo. Karma en Breaking Bad, again…

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Recordáis el principio de la serie, cuándo Walt intenta suicidarse y parece qué la policía va a pillarle en el desierto? En este último episodio ocurre lo mismo, intenta suicidarse a través de una bala disparada por Jesse y cuando parece que la policía le tiene…zas! Muerto. No estaba destinado a ser atrapado. No en este mundo al menos. Solo había una persona que podía matar a Walt, y era el propio Walt. De ahí que sea una bala perdida de su metralleta a lo Tony Montana la que acabe con el mejor personaje jamás concebido en una serie de televisión (junto con Tony Soprano). Cierto que siempre he pensado que Jesse podría acabar con él, poniendo fin a su relación padre-hijo, pero Jesse tiene suficiente con matar una última vez al asesino de los ojos muertos (genial el detalle humorístico del tono de móvil de Todd cuando llama Lydia, sonando Lydia the Tattooed Lady, de los hermanos Marx). Otro detalle que me ha parecido muy acertado e incluso tierno es incluir la escena perdida a la que Jesse hace alusión en 3×09:Kafkaesque. En aquel episodio, durante una terapia de grupo, Jesse cuenta la historia de como en el instituto tuvo que hacer una caja de madera dos veces, debidamente motivado por un profesor que le preguntó si eso era lo mejor que lo podía hacer. La segunda caja fue fantástica e iba a ser para su madre, pero en lugar de eso la cambió por una onza de hierba. ¿Qué hubiera sido de Jesse si le hubiera regalado aquella caja artesanal a su madre y hubiera dejado las drogas? Seguramente viviría aún con ellos, o con alguna buena chica y tendría un trabajo digno. No hubiera conocido a Mr. White, ni a Gus Fring, ni a Saul Goodman…muchas cosas no se habrían producido. Como otras cosas tampoco existirían si Walt no hubiera visto aquel reportaje de la D.E.A. en las noticias en el episodio piloto. Dos flashbacks que nos hacen preguntarnos el verdadero poder de la casualidad en nuestro mundo, aparte de, en el caso de Jesse, darnos alguna pista de su futuro a partir de ahora. Estas dos pequeñas escenas hablan de la importancia de las pequeñas cosas, las que, todas unidas, elaboran un camino. Un camino que Breaking Bad ha andado durante seis años y cuyo final no puede elevarla a más pedestales ni a bajarle de ninguno, pues desde hace unas cuantas temporadas se ha ganado el derecho a compartir trono con The Wire y The Sopranos. Para el recuerdo queda esa despedida sin diálogos de Walt y Jesse, la mejor pareja de la historia de la televisión, demostrando que una mirada expresa más que mil palabras. En ella hay dolor, rabia, angustia y temor, pero también compresión, cariño y amor. Esa despedida a lo western que hubiera firmado orgulloso Peckinpah queda rota por los gritos aliviados y desesperados (mirada por el retrovisor a su ex-maestro incluida) de un Jesse que se siente libre pero, de alguna manera incomprensible, también apenado por la inminente muerte de Walt, su mentor, su otro padre, su compañero en este descenso a los infiernos. La relación entre ambos es mucho más profunda que cualquier herida, que cualquier drama e incluso, que cualquier muerte. A fin de cuentas, Walt ha recibido un balazo por él y le ha concedido otra oportunidad para vivir, lejos de él, lejos de la droga, definitivamente, lejos de Nuevo México. En esta nueva versión, Pat Garrett no mata a Billy The Kid. Y, tristemente, llegamos al final de la serie, convertida ya en un programa de referencia de 62 episodios, a cada cual más excitante y adictivo, con unos personajes muy vivos y con profundos problemas psicológicos que los convierten en un trágico divertimento continuo. Se despide Breaking Bad con un final icónico, lógico y coherente, más que sorprendente. Baby Blue de Badfinger quedará unida inexorablemente a Breaking Bad como Don’t Stop Believing lo ha hecho a The Sopranos. «Supongo que me lo merezco, te mantuve esperando allí, demasiado mi amor, todo ese tiempo, sin decir una palabra, no sabía que pensar, me gustaría olvidar, me arrepiento, el especial amor que tengo para ti, mi Bebé Azul» canta Badfinger. Nuestro Bebé Azul es Breaking Bad, con ese ansiado y perfecto final donde sabes que te estás despidiendo de Walter White, de lo mejor que has visto jamás, de seis años de tu vida seriéfila, seis maravillosos años, los mejores. Al menos, para mi, lo han sido. GRACIAS GILLIGAN. GRACIAS CRANSTON. GRACIAS PAUL. GRACIAS BREAKING BAD.

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PD1:Better Call Saul, 47 minutos, drama, Saul Goodman, Albuquerque, posibilidad de Mike y Gus Fring, precuela. ¿Cuánto hemos de esperar?

PD2:No le deseo el mal a Aaron Paul, pero ¿Os imagináis si su carrera no despega en unos añitos y a alguien se le ocurriera hacer un BREAKING PINKMAN BAD? Daría lo que fuera por ver a Jesse Pinkman volverse malo, malo de verdad (ya sé que no pasará pero soñar es gratis…)

PD3:Baby Blue siempre la he asociado con Scorsese debido a su utilización en varias de sus películas. Genial guiño de Gilligan al genero gangsteril, de una serie que ha regalado escenas noir majestuosas.

PD4:Siempre pensé que Walt sobreviviría a Breaking Bad, solo con su dinero y el cáncer a punto de acabar con él, con su familia destrozada, pero…acaso no sería eso un final feliz para la ley y triste para el villano? Eso no es Breaking Bad, aquí los malos triunfan. Solo que hay tanto malo que no nos deja ver el bosque y no sabemos si queremos que gane uno malo u otro peor. Gane quien gane, nadie gana plenamente.

PD5:Consideráis el final de la serie feliz o amargo? No solo ya para los protagonistas, que es aceptablemente feliz, sino en general. Es decir, teniendo en cuenta que Walter White es el DIABLO y que se ha salido con la suya. Es eso un final feliz en Breaking Bad o el triunfo del mal siempre lo convertirá en amargo?

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7 comments

  1. EXCELENTE review amigo… Breaking Bad se queda para siempre en mi recuerdo como una excelente historia…

  2. Qué gran serie, joder, la mejor de mi vida, y me parece imposible que sea superada, pues ha significado mucho e incluso he aprendido mucho -tantos temas morales te hacen reflexionar-. El final… el final me ha puesto contento, no por feliz ni triste, que ahora entraré, sino porque van varios años que veo que todo lo que me gusta -llámese series, juegos o demás- es terminado de una forma pésima, como si no supieran qué quieren para su obra los autores. Me enorgullece y alegra que Vince Gilligan haya sabido darle lo que se merece a Breaking Bad. Y yo creo que me he debido volver malo, como el título de la serie dice.

    Yo diría que agridulce, esa palabra tan utilizada para describir finales, es lo que más acierta. El diablo de Heisenberg, tras terminar con Walter, le da un final feliz al menos: que el dinero llegue a su familia. Pero feliz para el malo, como bien dices… Pero, en resumidas cuentas, y como dice Vince Gilligan en un artículo que he leído, la opción es nuestra. Si bien no es un final abierto… las situaciones son cambiantes. ¿Quién dice que Walter Jr. no sospeche del gesto de desmesurada compasión de Gretchen y Elliot al darles 9,7 millones de dólares y termine por no aceptarlo? ¿Quién dice que Jesse llega más allá de dos kilómetros sin que le pille la policía, que ya ha llegado al lugar? Y, en ese caso, ¿quién nos dice que Jesse no vuelve a las drogas? Esto último parece improbable, pero lo ha hecho tantas veces ya… aunque, quizá, tras haber expiado la inmensa culpa que restaba en su interior en ese purgatorio que le ha ofrecido Todd, tan amablemente y con ganas, parece que no será así… Por último, veo imposible que Jesse pueda hacerse cargo de Brock. Ya no sólo porque no sé yo si la abuela se lo daría -pues no se puede quedar en Nuevo México-, sino porque no tiene «un duro».

    En fin, sin extenderme más, larga vida a Breaking Bad… y larga vida al rey Heisenberg.

  3. Casi tan impresionante como la serie, ha sido este artículo que me recomendó mi amigo Miguel, también fan como yo de esta grandiosa serie. Enhorabuena por este trabajo y espero que le den todos los méritos que se merece a esta gran producción televisiva.
    Gracias.

  4. Solo quería darte la enhorabuena por este articulazo. ‘Breaking bad’ es lo más grande que he visto jamás en tv, y en tu review señalas todos los motivos. Ya era una serie de culto, ahora es un mito.

  5. Inmensa serie e inmensa review. Es impresionante cómo Breaking Bad recupera elementos de temporadas pasadas que creías olvidados y los incluye de una manera sutil para que tengas que rascar y rascar para conseguir recordarlos y establecer relación con ellos.

    Si existe algo cierto en Breaking Bad, es que cada plano significa algo, cada color del él, cada elemento dentro del encuadre.

    Enhorabuena otra vez por la review. Titánica.

  6. Inmensa serie e inmensa review. Es increíble cómo Breaking Bad recupera elementos de temporadas pasadas y los incluye de una manera sutil para que tengas que rascar y rascar para recordarlas y establecer la relación.

    Breaking Bad nos ha demostrado como cada plano, cada color, cada elementos mínimo que aparezca en el encuadre está ahí por alguna razón.

    Tan sólo nos queda aplaudir a Gilligan y a todo su equipo por crear una de las mejores series de la historia de la televisión.

    P.D. Felicidades otra vez por la review. Titánica.

  7. Quiero felicitarte por este review, te quedo excelente, preciso, no creo que exista una palabra que englobe lo que sentí al leer toda esta reseña.

    Ya con el sabor amargo que se nos queda al terminar tan majestuosa seria, este post es lo justo y necesario para poder digerir todo lo que abarco esta ultima temporada.

    Gracias, Dehparadox

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