Reseña: ‘Safety Not Guaranteed’ (2011)

NO HACE FALTA VIAJAR EN EL TIEMPO PARA TENER TALENTO.

Un trío de empleados de una revista de investigación descubre un anuncio clasificado donde se busca un socio para viajar en el tiempo. Uno de los empleados desarrolla sentimientos por el paranoico pero atractivo solitario y trata de descubrir lo que realmente está haciendo.

Ficha Técnica

Título: Safety Not Guaranteed

Título Original: Safety Not Guaranteed

Director: Colin Trevorrow

Guion: Derek Connolly

Musica: Ryan Miller

Fotografia: Benjamin Kasulke

Productora: Big Beach Films / Duplass Brothers Productions

Año/País: 2011 / Estados Unidos

Duración: 85 min.

Género: Drama, Ciencia Ficción

Reparto: Aubrey Plaza, Mark Duplass, Jake Johnson, Karen Soni

Web oficial:

Sinopsis

Un trío de empleados de una revista de investigación descubre unos anuncios clasificados donde se busca un socio para viajar en el tiempo. Uno de los empleados desarrolla sentimientos por el paranoico pero atractivo solitario y trata de descubrir lo que realmente está haciendo.

Crítica

Safety Not Guaranteed basa su premisa en un tema universal. Desde el pincipio de los tiempos el hombre ha desarrollado una enfermiza obsesión por conocer el origen de las cosas, el porqué de un suceso, ponerle cara y ojos a la historia. Ese estudio permanente por figuras legendarias y tierras míticas ha dado lugar a la idealización sistemática del pasado. Cualquier tiempo pasado fue mejor en comparación con el triste presente que nos ha tocado vivir. En eso consiste la magia de los viajes en el tiempo. Hace décadas que lo retro está de moda, superando incluso a las novedades actuales. Pero, ¿Qué es el pasado y por qué nos influye tanto? ¿Por qué algo que vivimos hace años es recordado con un cariño exagerado? En mi opinión, no es más que pura nostalgia. El ser humano es nostálgico por naturaleza, ya que relaciona experiencias pasadas satisfactorias con el ambiente del momento o una situación personal positiva. Muchos de nosotros guardamos un grato recuerdo de nuestra infancia y juventud donde jugábamos con nuestros amigos al fútbol, las videoconsolas o lo que fuese, porque estas acciones se desarrollaban en un periodo donde no asumiamos responsabilidad alguna, éramos libres y disponiamos casi todo el tiempo para entretenimiento sin consecuencias. Eso no significa que todo fuera maravilloso, que no existiera la maldad y que lloviera café en el campo, solo que nuestro subconsciente no captaba más que lo que experimentábamos ajenos al resto del mundo. Si volviéramos a vivir esos años con nuestra edad actual, la percepción sería muy diferente, por lo tanto, la aceptación del presente depende en esencia de nuestro estilo de vida y personalidad actual. La nostalgia es el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar al pasado y revivir ciertas experiencias. Por eso mismo solemos volver a lugares con recuerdos agradables para nosotros con la esperanza de repetir esas sensaciones. Pero el problema surge cuando queremos comparar algo idealizado (y todo el pasado positivo lo está) con una incógnita terrenal como es el presente. Es fácil adivinar qué tiene las de perder. Leyendas como Gandhi, Picasso, Cary Grant, Kennedy o Elvis eran pioneros en su especialidad, hijos de una sociedad más inocente y moldeable cuyos valores eran diferentes a los actuales. Algunos fueron ídolos al momento pero otros tuvieron que aguardar al paso del tiempo para convertirse en figuras de culto. Actualmente vivimos en la era del aquí y ahora, incapacitados para disfrutar del presente sin dejar de pensar en el presente inmediato, construimos y destruimos mitos a una velocidad de vértigo. Desgraciadamente, usamos la nostalgia como sofá y no como trampolín.

Derek Connolly, guionista de Safety Not Guarenteed, se inspiró en una historia real para su libreto. En 1981, un tipo solitario escribió en un periódico de Seattle un anuncio donde buscaba compañero para viajar en el tiempo, ya que había inventado una máquina que lo permitía. Entre el director nóvel Colin Trevorrow y él, decidieron que la comedia dramática sería el género ideal donde desarrollar este original relato. El problema residía en que no tenían un duro para mostrar con detalles ese viaje en el tiempo, por lo que optaron por darle prioridad a la creación y desarrollo de personajes muy humanos y de fácil empatía debido a una gran sencillez en la manifestación de sentimientos y a unas interpretaciones maravillosas. Incluso la personalidad más difícil como es la del jefe de los dos becarios es tratada con una gran delicadeza y en constante (y acertada) evolución. El film no solo no esconde su semilla indie sino que se expone sin protección a los ojos maliciosos de quien quiera ver en ella una producción sin presupuesto. Pero eso no importa a Trevorrow y Connolly, conocedores del éxito que proviene de un guión cuidado (de hecho, consiguió el premio al mejor guión en el pasado Festival de Sundance), con ingeniosos diálogos que nunca se sienten forzados, grandes momentos cómicos (en especial los protagonizados por los siempre estupendos Jake Jonson y Karan Soni) y una música «estilo indie» de manual. Uno de los grandes aciertos de la cinta es su desnudez ante el espectador con una amplia galería de escenas repletas de patetismo que, posiblemente, hayamos sufrido cualquiera de nosotros en algún momento de nuestras vidas. Aunque la premisa parezca muy loca, las situaciones están planificadas con realismo (aunque eso no quita para que sean tremendamente divertidas) y, por tanto, es fácil verse reflejado en ellas. Y es que el cameo inicial de Jeff Garlin no es casual. El humor es similar al empleado en la irreverente y maravillosa serie de la HBO creada por Larry David, Curb Your Enthusiasm (de la que necesito con urgencia una novena temporada, señor David, si me está leyendo…), donde las coyunturas estrambóticas se integran con normalidad en la realidad para hacerle la puñeta al co-creador de Seinfeld. En la identificación del espectador con la acción habita una de las claves del éxito de la actual comedia norteamericana (The Office USA, How I meet your mather, 30 Rock, etc).

Los viajes en el tiempo han sido utilizados con asiduidad por la industria del cine para explotar la posibilidad de recrear jugosas aventuras insertando en ellas personajes actuales (ojos y oídos del espectador). Es por ello que hasta el maestro Woody Allen no pudo soportar la tentación de incluir este recurso en su espléndida Midnight in Paris, eso si, integrándolo en la narración y no condicionándola con efectos especiales ni conversaciones científicas. Comparten el modelo de Allen Groundhog Day (Atrapado en el tiempo, 1993), The Time Machine ( El tiempo en sus manos, 1960) o Peggy Sue get married (Peggy Sue se casó, 1986). En cambio, Back to the future I, II y III, Ninja Turtles III, Men in Black III, Twelve Monkeys, The Planet of the apes, Terminator I y II o la más reciente Looper, emplean el viaje en tiempo para desarrollar una novedosa y espectacular composición visual. Ambas opciones son respetables (siempre que se ejecuten bien) pero Safety Not Guaranteed se posiciona claramente al lado de las primeras. De hecho, director y guionista nos dan a entender que es posible emprender un viaje al pasado sin máquina alguna, solo aceptando y asumiendo el estado actual de las cosas y aprendiendo a vivir con ello con respeto, amor y dedicación (la historia de Jonson es un claro ejemplo de ello). Es una película con mensaje y, aunque personalmente no soy partidario de las moralejas en el cine, su confección es tan sutil y la historia nos tiene tan enganchados en ese momento, que se lo permitimos. Vivir el momento para no tener que retornar al pasado podría ser la frase promocional del film, ya que son varios los personajes que se enfrentan a sus traumas cara a cara para poder continuar con sus vidas. Cada uno tiene creencias absurdas al principio de la historia y la relación con el resto unido a vivencias redentoras se antoja crucial para la posible llegada a buen puerto (o no) de estos pensamientos. Safety Not Guaranteed es pequeña, honesta y sencilla, con un gran corazón y rebosante de alma. Lo de los viajes en el tiempo lo dejamos para la próxima producción gigantesca y sin sentido que de a luz la mediocre maquinaria de Hollywood.

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