Arranca la 46ª edición del Festival Internacional de cine fantástico de Cataluña. Un día nublado, frío y con ventisca, como mandan los cánones del cine de terror. Terry Gilliam ,Eli Roth y Elijah Wood, ahí es nada, para dar el pistoletazo de salida a un festival que crece año a año, siendo referencia para un alto porcentaje de cinéfilos provenientes de todas las partes del mundo. Fue el día de Grand Piano y de su director, un exultante Eugenio Mira que saltaba delante de cualquier cámara que tuviera delante, mostrando un gran entusiasmo y agradecimiento hacia Rodrigo Cortés (productor del film) y Elijah Wood (la estrella de la película). El que fuera el gran Frodo Bolsón de la Comarca, se dejó caer por segundo año consecutivo (el año pasado presentó Maniac, de Franck Khalfoun) por Sitges, derrochando simpatía y saber estar. Se encuentra cómodo aquí, el público le quiere (a pesar de algunos pesados que no paraban de tararearle la sintonía de El Señor de los Anillos), y él lo agradece. Ayer presentó Grand Piano (crítica en estas páginas), film del que es el protagonista absoluto y que venía precedido por un gran triunfo previo en el festival de Austin. La película no aporta nada que no hayamos visto ya antes, con un comienzo interesante y esperanzador, pero cuyo cambio de tono a mitad del segundo acto le favorece más bien poco, para acabar perdiendo el norte en su tramo final. No obstante, la actuación del mencionado Elijah Wood es notable y no es menos cierto que el film no deja de entretener en ningún momento. Cabe destacar el cortometraje proyectado previo al film, Sequence, de Carles Torrens, un ejercicio de gran imaginación con una interesante vuelta de tuerca aplicada al género de terror y a la teoría de la conspiración.
Por otro lado, el Monty Python (cuando uno ha pertenecido a los Python, jamás es un «ex») Terry Gilliam exhibió su más flamante propuesta con The Zero Theorem. «Todavía no he encontrado el significado de la vida, por eso sigo haciendo películas», decía el bueno de Gilliam, en referencia a su descacharrante (y de Terry Jones, claro) Monty Python’s The Meaning of Life (1983). Cercano y amable con su público, el escritor y director americano dará hoy una rueda de prensa y una masterclass abierta para todo el público, en lo que se presenta como una oportunidad única para aprender de uno de los locos emprendedores más particulares del panorama cinematográfico mundial. En otro orden de cosas, en la gala de inauguración se ha entregado el Méliès d’Or a la mejor película proyectada en 18 festivales de cine fantástico de Europa, que ha ido a parar a manos de la belga In the Name of the Son, de Vincent Lanoo.
Este primer día también nos ha traído la inauguración de la imprescindible Exposición Gas Natural Fenosa dedicada a la Guerra de los Mundos, de H.G. Wells, que todo fan debería visitar sin pensárselo dos veces. Otros nombres destacados de la alfombra han sido Jeff Renfroe y Paul Barkin (The Colony), Brendan Muldowney, Pollyanna McIntosh y Conor Barry (Love Eternal) y Joan Lafulla (Mar Negro). Quentin Tarantino estuvo presente en el festival gracias al libro «Glorioso Bastardo», de Juan M. Corral.
Por unos u otros motivos, algunos films destacados han sido Upstream Color (Shane Carruth), Byzantium (Neil Jordan) Rigor Mortis (Juno Mak), Goltzius and the Pelican Company (Peter Greenaway) o Contracted (Eric England). Hoy, más Sitges, más propuestas arriesgadas y suicidas, más zombies, sangre, vísceras y, esperemos, algo de buen tiempo que no arruine la fiesta más esperada por estos lares, la Zombie Walk.